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NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
La efigie de Nuestra Señora de la Soledad es una talla de candelero, realizada en madera de cedro, de policromía muy nacarada y modelado primoroso. Mide 157 centímetros. Está de pie, con la cabeza ligeramente inclinada hacia delante y la mirada baja. Su rostro delicado y pálido expresa la soledad de María al pie de la cruz. Tiene ojos de cristal -plegados de tal modo que le dan un aspecto un tanto oriental- y los dientes superiores tallados. Las manos originales estaban entrelazadas, mostrando a la imagen en actiud de recogimiento y oración, y fueron sustituidas en el año 1940 por otras abiertas para facilitar los besamanos. Este juego de manos fue elaborado por el escultor gaditano D. Miguel Lainez. La imagen es de autor anónimo. Se ha venido atribuyendo tradicional e informalmente a la escuela escultórica granadina del setecientos, pero, por ahora, no han aparecido documentos ni aportaciones de estudios científicos que corroboren o desestimen esta atribución. Desde luego, su traza revela que es una imagen del siglo XVIII y durante esa época existían bastantes escultores activos tanto en la ciudad de Cádiz como en el área de Jerez –varios de origen genovés- a los cuales pudo haber acudido nuestra hermandad para esa labor de talla y policromía. Otra opción posible es atribuir su autoría a los escultores del Arsenal de la Carraca que, como está bien documentado, trabajaron para las iglesias y hermandades isleñas justo durante el último tercio del XVIII y primeros años del XIX. La talla a lo largo de su historia ha tenido las siguientes restauraciones: A la imagen titular se le adaptó en 1833, un nuevo candelero, costeado por el fiscal Miguel García Bueno tal como se refleja en una inscripción hallada en el mismo cuando fue sustituido en 1981 por el actual realizado por Alfonso Berraquero: “Este candelero correspondiente a / Nuestra Madre y Señora María Santísima de la Soledad / está construido por el fiscal de la Hermandad de la misma imagen, Don Miguel García, quien, además / de no llevar nada por su construcción, consteó (sic) también / la madera, tornillos y demás útiles que se necesitaron, / regalo que hizo a dicha Hermandad. En San Fernando / a veinte y siete de marzo de mil ochocientos / treinta y tres. Miguel García”. En 1939, D. Miguel Lainez restaura las pestañas y las lágrimas. En 1981 D. Alfonso Berraquero García restaura la cabeza, pues ésta presentaba diversas grietas sobre todo en el cuello y en la parte izquierda de la cara. Con objeto de dar más firmeza a la cabeza, se retiró el pelo natural, que siempre tuvo Ntra. Sra. de la Soledad, esculpiéndosele pelo tallado. La Virgen procesiona sola al pie de la Cruz.
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SANTISIMO CRISTO DE LA REDENCION
La actual imagen del Santísimo Cristo de la Redención formaba parte del inicial grupo grupo escultórico del Descendimiento, uno de los mayores logros religiosos, históricos y patrimoniales de nuestra Hermandad. Después de la Semana Santa de 1964, la Junta de Gobierno presidida por D. José Espejo Escribano, acordó sacar a la veneración pública, en otro paso, el misterio del Descendimiento de Cristo de la Cruz, con el deseado objetivo de completar el título de la Hermandad. La realización del grupo escultórico nuevo se encargó ese mismo año de 1964 al insigne imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci. El contrato fue firmado en Sevilla el 3 de junio de 1964 entre el hermano mayor Sr. Espejo y el escultor hispalense. Castillo labró el grupo escultórico entre junio de 1964 y marzo de 1965, cobrando por su trabajo 70.000 pesetas. El proyecto artístico fue aprobado por la Junta Diocesana de arte Sacro, autorizado por decreto episcopal de 26 de marzo de 1965 y entregada y bendecida por la Hermandad en esa misma fecha. La imagen realiza su primera salida procesional en viernes santo de 1965, de este modo, esta importante adquisición religiosa y artística satisfizo un deseo anhelado a lo largo de casi toda su historia por la hermandad expresamente desde las constituciones de 1909. En 1985 la hermandad acuerda cambiar la advocación inicial de la imagen por la de “Santísimo Cristo de la Redención”, lo que fue refrendado por la autoridad eclesiástica al aprobarse los nuevos estatutos. La imagen yacente del Señor fue restaurada en 2000 por el escultor sevillano José Manuel Miñarro López. La restauración se había acordado en 1996, a raíz del informe del profesor Miñarro sobre el deterioro que la imagen presentaba en ensambles, policromía, etc. La hermandad pidió que la restauración respetara la obra artística que realizó Castillo Lastrucci en 1965, como así fue. Miñarro “supo respetar totalmente la obra y conservarla tal y como la concibió su autor”. Concluida la restauración, la imagen fue de nuevo expuesta a la veneración pública en febrero de 2001. En el año 2015 la hermandad celebró brillantemente el cincuentenario de la talla, bendición y estreno de esta sagrada imagen. |
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SAN JUAN EVANGELISTA San Juan Evangelista, cotitular de la Hermandad, tiene un gran protagonismo en nuestra Hermandad. La imagen, de San Juan Evangelista, que forma parte del cortejo del traslado al Sepulcro, la realizó el imaginero sevillano D. Antonio Castillo Lastrucci en 1964, junto a las del Santísimo Cristo de la Redención, José de Arimatea y Nicodemus. La talla representa a un joven de unos 25 años, con cara lisa y afligida. La veneración a San Juan Evangelista ha recalado muy hondo dentro de la Hermandad, al extremo que es parte integrante de su escudo, a través del Evangelio y la pluma. Pero, este protagonismo, no es reciente. Ya en 1713, cuando en el Libro de Fábrica se menciona un donativo de una diadema de plata de D. Diego de Molina, a la Virgen de la Soledad, también se menciona la donación de otra diadema y las vestiduras a una imagen de San Juan Evangelista. A finales del siglo pasado, junto al paso del sudario, que portaba una cruz de madera con el sudario de Cristo, y el paso de Nuestra Señora, salía en procesión la imagen de un San Juan. Ya en 1.890 se compró a Doña Margarita Hurtado una cabeza, manos y brazos de un San Juan (aunque parece ser que en realidad era una María Magdalena) por la importante cantidad para la época de 25 ptas. Esta imagen fue restaurada, ese mismo año, por el escultor Ángel Rodríguez por la no despreciable cantidad de 125 pesetas. Esta talla se veneraba sólo en las salidas procesionales de los Viernes Santos. Para esta imagen en 1891 se construyó un paso tallado y dorado y con caídas de terciopelo negro. Debía de ser un paso bastante pequeño, pues sólo era portado por 4 cargadores. San Juan Evangelista fue venerado desde entonces hasta 1.918, año en que se decide no sacarlo en procesión, con objeto de reducir gastos, debido a la precaria situación de la Hermandad. Desde entonces esta imagen no salió en procesión en ninguna otra ocasión y tampoco fue expuesta a la veneración pública. Años después, la Hermandad de la Expiración, solicitó a la Junta de Gobierno la venta de este San Juan. Se argumentaba, que la Hermandad de la Expiración desde su fundación debía especial culto a San Juan y que su anterior imagen la perdieron en los fatídicos años 20. Tras varias reuniones se decidió entregar la imagen a cambio de un donativo, el cual se haría efectivo cuando las arcas de la Hermandad de la Iglesia de San Francisco estuvieran más resanadas, ya que en esa época su situación era precaria, debido al elevado costo de la construcción de su altar de cultos. Ya años más tarde, en los 60, la Junta de Gobierno se planteó la adquisición de un misterio que representara el descendimiento de Cristo, y de esa idea surgió, el encargo a Castillo Lastrucci. Tras años de esfuerzo y pundonor, se incorporaron las imágenes que actualmente veneramos; entre las que encontramos nuestra actual imagen de San Juan Evangelista, santo, como hemos visto, muy relacionado con el devenir de nuestra Hermandad. |